(I)
Querido
El regalo del Niño Jesús que pediste,
tu primer albúm de barajitas lleno,
esa tarde que estuviste triste
por tener que devolver un juguete ajeno.
Aquella tarea en que sacaste veinte,
aquel gol con que ganaron el campeonato,
ese primer beso que aún sientes,
la emoción de pasar del básico al bachillerato.
El carro de Papá que heredaste,
la comida que Mamá te puso en el morral,
la primera persona con quien “te empataste”,
tu “ringtone” favorito en el celular.
Cuando te tocó llorar de tristeza,
o por desencanto o por amor,
cuando tuviste que superar la pereza
y volverte un adulto trabajador.
Esa franela que hoy bien te viste,
esos zapatos que con ahínco conservas,
un bonito recuerdo que construíste
y mantienes en tus reservas.
Y así vas conservando tus memorias,
con familiares, amigos y seres queridos,
haciendo un poquito de tu historia
aunque mucho de eso no lo hayas querido.
(II)
La misma página
Pasa de todo y no pasa nada,
aún así yo sigo insistiendo.
La partida continúa trancada.
Tú vas ganando, pero aún no te pierdo.
Escucho las recurrentes frases,
veo los desagradables gestos,
estancados sin aparente avance,
por los menos, hasta el momento.
Salgo del círculo vicioso
y entro a nuestro mundo paralelo
para llenarme del antiguo gozo
que me daba estar cerca de tu pelo.
Sí, esos recuerdos de tiempos felices
donde éramos de todos ejemplo y envidia
sin tener profundas cicatrices
yo en mi corazón y tú en tu barriga.
Ojalá que la marea baje
y no se dañe nuestra otrora potente máquina,
que en sincronía nuestro amor trabaje
y escribamos juntos en la misma página.
