(I)
La cura
Cuando nos traicionan nuestros sentidos,
¡vaya mala pasada que nos hacen!
quedamos mucho más confundidos
sin importar lo que alrededor pase.
Cada uno actúa a conveniencia.
Percibimos aromas desconocidos,
fragancias sútiles o puras esencias
que nos llevan a lugares y tiempos vividos.
Se nos nubla la vista o vemos visiones,
sentimos escalofríos o roces,
escuchamos en nuestra mente canciones,
oímos raros sonidos y hasta voces.
Se dice que siempre es la misma causa
en cualquiera de los puntos cardinales;
cada quien a su película pone en pausa
pero todas coinciden en los finales.
Es el amor, el acto en sí de enamorarse,
ciego, sordo, mudo, sin gusto, tacto ni olfato
para cualquiera que pueda cruzarse
pero no para “la horma de tu zapato”.
Sin noción del tiempo, el universo gira
junto con los latidos a ritmo acompasado,
pero el acelerado corazón conspira
en la obnubilación de nuestro estado.
Entonces sudamos de nervios o pasión,
caemos sin percatarnos poco a poco
en el juego donde perdemos la razón
y nos ven como enfermos o locos.
Esta vez a ti te ha pasado,
supongo que sigues en tu locura.
No des más largas a tu estado
dedícate mejor a buscar la cura.
(II)
De escribir
No lo haré por mí
pues del todo no me satisface,
tampoco para ti
porque en el fondo no me nace.
No sé qué piensas tú acerca de esto,
pero créeme que poco me interesa.
No me veas como un ser funesto
por no expresarme hacia ti con sutileza.
Y en ese asunto soy bien egoísta,
con causa, razón y motivo fundados,
porque es bien larga la lista
de los deseos que tengo anotados.
Reitero, superan la satisfacción propia
y por ende la complacencia personal.
¿Por qué conformarse con copias
cuando bien se puede ser original?
Más que claro y preciso
he intentado ser transparente y exacto.
Y afirmo “intentado” sin ánimos de viso
en cada uno de mis planificados actos.
Sabemos que me has pedido que siga,
que no me detenga en mi cruzada,
pero dudo si fue un consejo como amiga
o como la tal “fan enamorada”.
En fin, cada martes que me resta de vida
haré una descarga de emociones escritas
quizás con la entonación no debida
para aquel que a leerlas no se resista.
Es que esto de escribir para el universo
en tus privilegios te ha quitado parte,
resultado proporcionalmente inverso
a que tú seas de Venus y yo de Marte.
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