(I)
Portada
Sí existe tal escenario,
la figura perfecta, ideal, soñada,
supuesta armonía entre el calendario
y las arrugas borradas de tu cara.
No hay líneas en tus expresiones
pero sí labios carnosos y sugerentes,
larga cabellera rubia de extensiones
y alineados e inmaculados tus dientes.
Tus cejas, pestañas y color de ojos
son elecciones hechas a dedo.
Las críticas de amigos no te dan enojo
mucho menos comentarios de un tercero.
Ocultas en tu actual apariencia,
gracias a las técnicas modernas
y los avances de la ciencia,
las celulitis y estrías de tus piernas.
Del bótox te hiciste mejor amiga,
igual del bisturí y las liposucciones,
mantienes planos tu abdomen y barriga
con las ya recurrentes sesiones.
Curvas prominentes envidiadas por ellas,
admiradas y deseadas por los varones.
Para ser más bella viste las estrellas,
agujeros negros y hasta constelaciones.
Y qué más da si así te sientes muy bien,
te muestras más segura y confiada,
tienes todo lo que cualquier mujer
necesita para salir en una portada.
(II)
Nos hicimos
De rayos y centellas,
truenos y deseos,
sinónimos y onomatopeyas,
significados y seseos.
Un universo de sumas para saber,
un cúmulo de restas para avanzar,
un puñado de multiplicaciones para ser,
un poco de divisiones para soñar.
Cuentas sin operadores matemáticos
con resultados milagrosamente exactos,
ambiciones obvias de catedráticos
obsesionados por alcanzar lo más alto.
El cenit, la cúspide, el pináculo,
ver todo del tamaño de las hormigas,
ser, estar, permanecer, sin obstáculos,
pero solos, y ese dolor... no se mitiga.
El vuelo con destino desconocido,
sin un roce que dé tedio o un buen gusto,
tan incierto como ya sabido,
más latidos de emoción que de susto.
Y así sin más ni menos
miramos por el inmóvil retrovisor,
estática imagen de lo poco ameno
que nos resultó el ojo avisor.
Terminamos idealizando muy tarde
el furor por lo que no vivimos
a tiempo para hacer alarde
y mostrar al mundo lo que nos hicimos.
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