(I)
Singular foto
Tus manos bonitas
siempre llamando mi atención;
tus uñas hacen que me derrita
cuando el rojo las viste de color.
Siempre tersas,
perfectas para mi demandante gusto,
toman con notable delicadeza
hasta el más sugerente de los frutos.
Con esos dedos esbeltos,
ágiles y prácticos en su accionar,
dejan todo bien resuelto
en lo de una fruta como esa pelar.
Ese fantástico poder de tus manos,
su fantasía y su magia envolvente,
colorea de rosa el banano
para darle matices a tus perlados dientes.
Y como siempre sueño contigo despierto
cumpliendo mis descabelladas fantasías,
haciendo de palabras un concierto
con una singular foto en esta poesía.
(II)
¿Te has preguntado...
Entre la fidelidad de tu palabra
y la vaciedad de tus actos
existe una relación macabra
sellada en diabólico pacto.
Desde el pecado original
hasta los terrenales y capitales,
todos y cada uno a carta cabal,
has cometido contra personas y animales.
Aquello de empatía, sensatez, bondad,
has canjeado sin siquiera inmutarte
por egoísmo, mentira y maldad
para entre los malvados vanagloriarte.
Crees que estás haciendo lo correcto,
aseguras que el resto son los errados,
pero advertirte debo, y lo siento,
que estás muy equivocado.
Ojalá no sea tarde cuando decidas
cambiar tu actitud y tu visión del mundo,
porque quizás cuando a Dios perdón pidas
ya estarás hundido en el hoyo más profundo.
Entonces parado frente a un espejo
te formules la sencilla interrogante
–¿Habré sido yo el pendejo?—
y que al fin la respuesta puedas darte.
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