(I)
Café y té
Tú de dibujos y frases,
yo con imágenes y poemas.
Tú amante de la luna y sus fases,
yo admirador del sol que nos quema.
Diferentes vistas del cielo a la tierra,
distantes a miles de millas,
unidos en sincronía que magia encierra,
destinados a plantar nuestras semillas.
Tus semillas de rosas,
mis semillas de múltiples flores,
las tuyas siempre rojas,
las mías multicolores.
Siempre consecuentes uno con el otro,
a pesar de tus compromisos, de los míos.
El enigma de nuestros rostros,
por resolver, el menor de los desafíos.
Nos sentaremos embargados de emoción,
llenos de inquietudes y quizás algo de temor,
sin perder del tiempo la noción
hasta que pase lo que nos diga el reloj.
Y tendremos historia: pasado y presente.
Y tendremos futuro: clarividentes.
Y tendremos tarea: propia y para con la gente.
Y tendremos un fin: hasta que nos separe la muerte.
(II)
El gusto
Tuve un álbum con fotos tuyas,
todas tomadas por ti.
Puede que el lector intuya
que eran solo para mí.
Sugerentes: semidesnudos en ropa interior.
Ocurrentes: “selfies”, curiosidades, comidas.
Diferentes: memes, frases y mensajes de amor.
Calientes: sin rostro y tu piel desvestida.
Las conservé por mucho en secreto,
como todo caballero debe hacerlo,
pero ha llegado el momento
de borrarlo para más no verlo.
Pues hubo un error, ¡sí que lo hubo!
totalmente involuntario, no adrede.
Con él, muy lejos de mis manos estuvo
quitarte el honor que te precede.
No ahondaré al respecto
pues quiero darle buen tono a esta poesía
y sin faltarte el respeto
escribiré aquí lo que debí decirte ese día.
Vaya que sí tienes muy buena autoestima,
eso lo celebro y me llena de satisfacción;
lo malo es cuando se torna en ego y lastima
a quien te trata con cariño y admiración.
Deberías poner frente a ti primero
un espejo y mirarte bien a detalle,
que él, como yo, va a ser bien sincero
y te dirá la verdad aún cuando la luz falle.
Con esto no quiero aludir tu apariencia
sino el reflejo de lo que de ti proyectas
cuando respondes “de una”, sin conciencia
de que hay palabras que, como golpes, afectan.
Es cierto que todos tenemos propio criterio
para juzgar a terceros y hasta a nosotros mismos
mucho más cuando el asunto es tan serio
que podría llevarnos hasta a un abismo.
En ninguna relación humana
existen variables controladas.
“Llevar la fiesta” de la manera más sana
es la cruz que cargamos en la espalda.
Por eso, mi más sincera disculpa ofrezco
si es que te causé alguna pena o disgusto.
Y si es que tu dispensa no merezco
pues, que te vaya bien... fue mío el gusto.
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