7/31/2018

Nuevas publicaciones 31/07/2018 (I) "Acompañado" y (II) "A solas"


(I)


Acompañado


No hay tiempo para reclamos,
no hay lugar para explicaciones,
no hay disculpas ni perdones,
así que suéltame las manos.

Tus lágrimas no son sinceras,
tus palabras son insignificantes,
tus promesas idénticas a las de antes,
ahí te secarás si es que me esperas.

¡Para! sugiero que no insistas.
No sigas llorando “Magdalena”.
¡Basta! no vale la pena.
No cambiaré mi punto de vista.

Por más veces que lo intentaste
nunca lograste dar “pie con bola”,
ni de retruque ni carambola
al amor por mí apostaste.

Ya está bueno, es suficiente,
ya basta de tanta espera,
de tu olmo esperé peras
y tú jugaste a la “papa caliente”.

Examiné todo de arriba abajo,
de atrás para adelante y viceversa,
mi decisión no tiene reversa.
¡Déjame solo y arranca pa’l carajo!




(II)


A solas


Es curioso que la confianza
no la rompimos con el sexo
sino con el tiempo y sus enseñanzas 
aplicadas en el contexto.

Casi sin palabras, cuales mimos,
iniciamos una conversación.
Nuestros nombres los redujimos
a iniciales, su mínima expresión.

Nos reímos de cuando en cuando,
discutimos muy rara vez
o nos terminamos insultando
drenando de a poco la inmadurez.

Imágenes, fotos, capturas,
forman parte de nuestras sesiones,
notas de voz con cada locura
en prolongadas conversaciones.

Teléfonos inteligentes y su tecnología
vinieron a ser los sustitutos
de la poca distancia que había
entre nos para estar juntos.

Entonces, a solas tú y yo nos dimos
infinitos ósculos sin reparo,
en público muy pocos pudimos
para no caer en el descaro.

Tú guardabas las apariencias
yo cuidaba de tu honor;
vernos era un arte, una ciencia,
dos con artificios de prestidigitador.

No pudimos manejar la presión,
fuimos tontos y poco diligentes,
examinamos muy mal la situación,
pensamos con la cabeza caliente.

Colgamos nuestros guantes
y guardamos los espacios.
Las cosas no serían como antes,
tiempo de epílogo, fin del prefacio.

Pero hoy me envías un beso en la boca,
con un emoji blanco de corazón,
¡tan bonita! ¡siempre loca!
Niégame que tengo razón.

Y te lo recibo como tantos
aquellos que nos dimos
con el mayor de los encantos 
cuando a solas estuvimos.



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