12/29/2015

Nuevas publicaciones 29/12/2015 (I) "Eran" y (II) "Triunfo"


(I)


Eran


Tiempos pasados
que fueron presente
en la cama ardiente
de dos que se besaron.

Pasó el tiempo factura,
nada es lo que parece
de lo que antes con creces
fue grande y sin costuras.

Deseos e Ilusiones,
¿quién no las ha tenido?
Pero, a lo desapercibido,
mueren todas sus pasiones.

Un "que descanses" 
en la noche como adiós
es la fachada atroz
de un "buen día" de percances.

Dudas, celos y supuestos
dejan la verdad a un lado;
ya sentirse lastimado
no causa arrepentimientos.

Las manos sin corriente,
alientos viscerales,
respiraciones normales,
apariencias banales.

El qué dirán como anillo,
las apariencias por contrato,
en la intimidad no hay contacto
y durante el día no hay brillo.

Tratos y concesiones
sin resultados efectivos,
discusiones sin motivo
en reiteradas situaciones.

Por más voluntad de dos
la ruptura es inminente,
ya nada bonito sienten
se les nota ya en la voz.

Y yo testigo,
de un seguro final,
sin mi balanza inclinar
como fiel amigo.




(II)


Triunfo


¡Será!

"No hay mal que dure cien años
ni cuerpo que lo resista"
en su forzada entrevista,
este solitario ermitaño,
se repetía a mismo;
sonriente payaso por fuera
pero por dentro no era
sino "la mata del" pesimismo.
Un buen día cambió la acción,
puso sonrisas en su cara larga
y desde entonces lo embarga
una gigantesca convicción.

- "Solo sé de no saber",
   me confieso un ignorante
   del arte de los amantes
   en su sincero proceder.
   Y por eso espero, desde ya
   un resultado, no importa cual sea,
   hoy emprendo la sencilla tarea
   de hablar con la verdad. ¡Así será!
   "El que nada debe nada teme",
   con la frente en alto andaré,
   a Dios me encomendaré 
   sin juzgar a la que por mí viene.

¡Y llegaste tú!

La puerta de tu refugio
había tocado sin titubeos,
cerrada para mis deseos
a pesar de los artilugios
que pensaste que usaría 
sin el menor dejo de rodeos.
A sabiendas de que soy feo,
ningún humano pensaría
que derribaría los muros 
invencibles para otro extraño
y que a pesar de tu tamaño
vi todo claro en lo oscuro.

Y a lo que ellos llamaban meta
yo lo bauticé como manos.
Y a lo que ellos creían en vano
yo lo convertí en realidad cierta.
Todo lo que por Dios juraba
el destino lo servía en la mesa
aunque a veces la tristeza 
en mi plato se posaba,
aumentando mi sed
y quitándome el hambre
clavándome filosos alambres
en cada poro de mi piel.

¡Qué bonito!

Qué dulzura ahora saboreo
desde la posición más alta,
no cualquiera se jacta
de haber alzado el trofeo
anhelado por tantos años
pasando desapercibido 
pero nunca cohibido
de escalar los mil peldaños
en tu inclinada pendiente
atravesando tupidas áreas, 
sorteando vientos y mareas varias,
nadando contra la corriente.




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