"Me enseñaste que no es bueno el que te ayuda sino el que no te molesta" Ricardo Arjona
En esas pocas ocasiones, como un golpe de suerte y no por coincidencia, acudes sin avisar, justo cuando "más" lo olvida mi pasado, cuando "menos" lo espera mi presente, cuando "por" siempre lo necesita mi futuro y cuando "entre" líneas lo planea el destino. Plena es la sintonía que logramos en formas inusitadas, las variaciones de un lenguaje que muchos conocen, comentan y profesan pero que solo unos cuantos entendemos, usamos y compartimos, como tú, como yo... como nosotros.
Nada tienen de especial las fechas, las horas de ocurrencia; el tiempo se amolda al casto intento de hacer perfecto cada instante, superando la entropía de todo lo cuantificable, medible, tangible, visible, palpable.
Como protagonistas de eventos rigurosamente calculados, como prestidigitadores de los "15 y último", como los que van por vocación y como los que llegan por compromiso; nunca fuimos cómplices, nunca fuimos culpables, ni lo somos ni lo seremos, porque todo fue, es y será así, sin que algo o alguien diga o demuestre lo contrario. Sí, es la épica escena del veni, vidi, vici en plural: "llegamos, vimos, vencimos".
Casi todas las "ciencias que conocemos" han puesto en evidencia que las variables intervinientes se hicieron dependientes para esta única "fórmula" que, sin operadores matemáticos y con signo de igualdad, incluye a las constantes y deja a las unidades como adorno para un común denominador universal.
Tanto para los buenos y malos entendidos, como para los propios y extraños, somos el resultado de una obligada casualidad programada que degeneró en un voluntario acontecimiento espontáneo.
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