"El mañanero"
Mientras el calor del día se marcha
la noche se despierta consciente
mesurando milimétricamente
si la cama sigue siendo ancha.
No adrede, contrario a toda voluntad
sigue creciendo a pesar del frío,
es un destino tortuoso, sombrío,
desafío de la compañía a la soledad.
Insomnio monarca de la almohada
apresa al cansancio en jaula de oro,
los barrotes espaciados en coro
a la espera de Morfeo y su llegada.
Se erige la sombra del pasado,
enjuta pero de corcovada espalda,
carga de recuerdos que no salda
la memoria de momentos oxidados.
Invitada a evocarlo en un toque,
la mano involuntaria decide en rebelión
poner fin a semejante tentación,
surge entre corazón y razón un choque.
Fenómenos entendidos físicamente,
no hace falta ser sabio ni erudito
para emitir el anticipado veredicto
de lo que por desgracia se siente.
Hora de los muertos vigilantes
en la que nadie quiere despertar,
obligado se está a interactuar,
místico pero revelador instante.
Engaño fiel de agujas siameses
de un reloj plasmado en espejismo,
a la par del vigente cataclismo
hacen que cualquiera se estrese.
Seis horas en blanco y negro el color
de imágenes, de mil ideas absurdas,
utópicas, falsas, obscenas, burdas,
mente encendida sin tener motor.
Concluye el "vía crucis" de ayer
con un ojo abierto y otro cerrado
teniendo claves futuras para el ansiado
descansar de cuerpo y alma, el ser.
Regresa la luz como esa vez primera
en el momento de la creación,
se viste de gala la complicación
de lidiar despierto la jornada entera.
Rutina: café, ducha, vestido, dinero,
llaves, carro, iPod, tráfico y trabajo.
(Suspiro) ¡Encontraré mi sosiego carajo
después de dos patadas al mañanero!
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