10/09/2018

Nuevas publicaciones 09/10/2018 (I) "El verde" y (II) "Emperatriz"


(I)


El verde


Como si fuese ayer recuerdo
la primera vez que nos vimos,
tú en tu uniforme de colegio
apareciste como un espejismo.

Me miraste como quien ve al infinito
y hubo un clic instantáneo, inmediato.
Me puse el traje de “cabeza de chorlito”
y empezamos a dibujar nuestro garabato.

Yo que nada hacía fuera de lo ordinario
manteniéndome al margen del resto,
viniste para hacerme actuar al contrario
y convertirme en lo que aún hoy detesto.

¡Cuánto cambiaste! ¡Cuánto creciste!
Creo que yo también lo hice a la par.
Atravesamos momentos muy tristes
pero los alegres nos duraron mucho más.

Y son precisamente esos los que conservo
en mi mente, en mi corazón, en mis ojos,
todos forman parte importante del acervo
emocional positivo para curar mi enojo.

Los evoco de vez en cuando para reír
aunque sea por un mínimo instante.
Sé que nunca se volverán a repetir
aunque tú y yo lo deseemos bastante.

Hoy solo quiero darte un millón de gracias
por haberme dado tanto de ti por nada,
por haber llevado al extremo mis ansias
de vivir una sola vez un cuento de hadas.

También quiero pedirte que me perdones
por cada una de las veces que lloraste,
cuando fui yo el que te dio las razones
o no estuve ahí a tu lado para consolarte.

Estas palabras son muy pocas
para lo tanto que quisiera decirte,
aunque mucho más me provoca
debo parar ya de escribirte.

Busca el mensaje y hazme saber
como en las otras poesías que has leído
si para ti me he hecho entender
y si el verde es tu color preferido.




(II)


Emperatriz


Para mí no ha habido más bonito polvo
que el que surgía de tu nacarado cuerpo,
todo en su lugar, sin estorbo,
la perfección en sujeto, predicado y verbo.

Sumaba tu tono de voz con ese acento
nada común para mis oídos reticentes,
entre tus otros ocultos talentos
visibles solo para mí y mi inconsciente.

La libertad de tu temprana independencia
calzaba bien con el final de mis estudios,
tú con la salud y yo con la ciencia
escribimos juntos un bonito preludio.

Lástima que traíamos vicios
por los errores cometidos previamente,
llegamos hasta el desquicio
y nos separamos tempestivamente.

Y pudimos ser mucho más,
más de lo que nos permitimos.
Preferimos buscar triunfos y no ganar
en cada intento, pero sucumbimos.

Hoy solo queda un hermoso cuento
de cómo te convertiste en mariposa,
emperatriz de las nubes del firmamento,
tus recuerdos por siempre en mí reposan.


No hay comentarios:

Publicar un comentario