Ahí están
En mi estrepitoso andar
he descubierto varios "milagros";
maravillas que he podido disfrutar
a lo ancho y a lo largo.
Y digo "milagros" por el solo hecho
de haber protagonizado momentos
en los que la felicidad afloró en mi pecho
y, más que persona, fui todo sentimiento.
Esos "milagros" tienen nombre y apellido,
tienen cabeza, tronco y extremidades,
tienen todo lo que una vez había pedido
en esa carta al Niño Jesús en Navidades.
Yo pedí a un ser humano
que fuese honesto, leal y sincero conmigo,
a alguien incluso mejor que un hermano.
En mi carta, yo pedí a un amigo.
Uno solo, no quería más.
Pero esa persona no llegó esa vez,
tocó seguir esperando en paz,
pero nunca sin perder la fe.
Y los "milagros" ocurrieron,
en mi presencia, a mi alrededor.
Las buenas personas aparecieron
y hoy las tengo dentro de mi corazón.