Nos perdimos
Uno con el otro
en la misma mesa
sin mirarte al rostro
como quien bosteza
y cierra los ojos
por obligación,
entre amor y enojo
sufre el corazón.
Con la piel expuesta
en la misma cama
sin darte respuesta
a lo que preguntabas
con tanto interés
y sin menoscabo
de lo que una vez
viví en el pasado.
Tomados de la mano
en el mismo camino,
tú y yo como extraños
culpa del destino
que sendas ha cruzado
por error, pues el karma
del que mal ha obrado
no abandona su alma.
Nos perdimos todo
y no perdimos nada,
pisando firme el lodo
en una encrucijada
de miradas fijas,
de miradas calladas,
dejando que otro elija
la peor jugada.
Los instantes, los momentos,
en tardes, noches y madrugadas,
donde nunca faltó tiempo
de sueños perfectos y desveladas.
Deseos ardientes y desenfrenos
ni las propias tentaciones carnales
que valieron de más y no de menos
para el colmo de nuestros males.
Paz interior y equilibrio mental
ante ojos de propios y extraños,
la plena catarsis espiritual
de los que creyeron el engaño.
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